miércoles, 8 de junio de 2011

Lo injusto de ser justo.

Hay que desahogarse de cualquier forma. Hablar. Escuchar. Hacer deporte o escribir. Yo lo he intentado de todas las formas posibles, y solo me queda probar con la última. No hay más razón para todo esto.

Justicia. Todo el mundo reclama justicia. La quiere, porque es lo justo. Tenerla. Pero realmente no sabemos qué es. Lo que significa para cada uno no es la justicia, si no todo sería justo e injusto a la vez, ¡menuda mierda de justicia! Hoy día ya no sé si es injusto, si será el Karma, o que al final resulta que hay un señor que vive muy arriba ( por cierto, de ser así, estarás leyendo esto. No es nada, pero ten cuidado con la tormenta solar que por lo visto es muy malo para los cuerpos y ya vas teniendo una edad) y que castiga tus actos, pero estoy tocado, que no hundido. Eso nunca.



Mi causa. Desde que conocí la representación de la justicia, no he dejado de pensar en ella. Una mujer, con los ojos vendados, una balanza y una espada. Pues bien, la mía tiene que estar en esos días del mes que tienen las mujeres, y que por eso lo son, porque está muy poco receptiva. Ha dejado la balanza de lado y se está dedicando a utilizar su espada conmigo. Por los ojos vendados no sabe muy bien donde me está dando, pero resumiendo es un sitio muy sensible y mediante el cual puedo depositar la opinión sobre mis últimas notas. Os aseguro que no es agradable.

Podría comparar la injusticia con un fantasma. Yo no creo en los fantasmas, pero hay uno debajo de mi cama. Me mantiene despierto por las noches. Pelea conmigo, me asusta y me hace llorar. Incluso dudar de mí. Me dice: "Eh! Es que soy un fantasma, y es lo que tengo que hacer" Bien, no creo en ellos pero, ¿podrías dejarme en paz durante un tiempo?

Andaba yo pensando que qué bien estaría que todo fuera justo. Qué felices seríamos todos con una justicia justa. Pero entonces, ¿como sabríamos qué es lo injusto? Resulta que yo lo he descubierto. Al final me indigno y acampo. Al tiempo.



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