martes, 13 de marzo de 2012

Volver a empezar juntos... por primera vez

Vuelve este blog. Un placer para quien escribe y espero que para quien lea, aunque muy en el fondo, también se alegre. Un poquito nada más. Eso sí, avisados quedáis que este blog no se va a equiparar a Europa. Ni va a usar herramientas de Alemania, ni el tipo de letra que va muy bien en Francia (por cierto, ¿alguien sabe a quién se parece el hijo de Sarkozy? Me temo que cuando no hay imágenes... ) Solamente tal y como lo venía haciendo hasta ahora: palabras.

Una cosa si es cierta, hemos sufrido un cambio de editorial. Tranquilos, aún no tengo un parche en el ojo y conspiro con unos trenes. Tampoco utilizaré víctimas. Aunque bueno, lo mismo las estoy insultando por creer que las utilizan. En cualquier caso, de ahí a decirles a las víctimas cómo tienen que llorar la muerte de sus familiares todavía me queda, y seguro que no llegaré, así que de momento me ahorro el perdón.

Cosas que llaman la atención. No, no me refiero a mí. (Qué también) Me refiero a esa gente que se acerca viernes y sábados por un bar, enfrente del hospital, en el cual echo una mano, y que tienen una forma de actuar un tanto extraña. Esto es, supongamos, que llegan 5 personas. El padre, la madre, los abuelos y el peque de la casa. Son fáciles de reconocer porque nada más entrar tienes que estar disponibles para ellos. Su técnica para llamarte es: Tsss NIÑO eh! Tal prisa llega incluso a preocuparte porque te da que pensar si es que tienen a alguien en urgencias y tienen que irse deprisa y corriendo. Una vez hace su llamada y vas a atender es entonces cuándo le pregunta al resto qué quieren. Por supuesto que lo que quiere Ricardito no lo sabe ninguno, ni siquiera el rollo de papel higiénico que con gran delicadeza ha arrancado del baño y lleva ya enrollado alrededor del cuello. Qué mono, ¿a que es para comérselo? Una vez se deciden qué tomar llega el momento crucial en el que dicen: "Bueno, Ricardito no quiere nada de beber, pero ponle una tortilla de esas" Bien, aparte del cartel con una Arial 72 en negrita a todo lo que da el folio en el que pone "Tapa adicional: 1€", se le suele recordar al querido cliente. Pero hay veces que no. Ricardito desde luego se come con sumo gusto la tortilla, eso sí, con las manos bien limpias ya que lleva todo el bote de gel en las manos. ¿A qué es una ricura? Es para comérselo a él y no la tortilla.

Cobrar, ese gran arte. La hora de la verdad. Le dices el precio y te mira sospechando. Como si fuera PedroJ y yo Garzón, no sabe el qué, pero algo falla. Ocurre como en la realidad, que ni él ni PedroJ saben que lo que falla son ellos. Al lío, que le explico al padre de Ricardito, el cual está expresando su deseo de no abandonar el local y lo hace perfectamente restregando los dedos de sus pequeñas manitas (si es que es mas mono) por los cristales habidos y por haber, que efectivamente la tortilla de Ricardito vale un euro. Bien, muchos de los lectores habéis podido probar dicha tortilla. No es por presumir, pero qué tortilla. Pues no os podéis ni imaginar las veces que se les ha atragantado a más de uno dicha tortilla por 1€. Claro, que luego van 99 Montados (No, no es el bar que regenta María LaPiedra, que por cierto, ¿alguien sabe por dónde queda? Es para una cosa) y le cobran 2 euros por un bollito de pan relleno con medio calamar frito al alba con un pegote de mahonesa y ostia tú, como se nota la calidad.

Hasta más ver. Al final quién manda es el cliente. Como los empresarios. Bueno no, como el gobierno.  Bueno no, como Europa. Bueno no, como la Merkel. Esa si que sabe. Allí da igual que robe quién nombra como presidente. Da igual los millones que trabajan mediante minijobs si al final no hay paro. Qué más da que se equivoque, si no puede equivocarse. Como lo clientes. Y en lo que más se parecen, es que son excepciones.

PD1: Gracias. Por leer. Por todo.
PD2: El niño se parece al padre, por eso no hay fotos.
PD3: Si joder, como es un enano y difícil de ver por eso.
PD4: Yo tampoco lo entiendo cómo la engañó.

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